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El nombre del arquero de Deportivo Tuyango se ha escuchado toda la semana. El joven logró detener tres penales en dos partidos y se afianza bajo los tres palos. Más allá de sus condiciones sostiene que "sólo ha tenido suerte" y que "día a día entrena para aprender". Conocé la historia de Silvano "Pelado" Monzón.
Silvano Monzón nació en Paraná, el 8 de octubre de 1991. De muy chico se vino a Piedras Blancas y se quedó para siempre. Vive con su mujer Evelyn y sus dos niñas, Mía (8) y Selena (2). Hace unos años empezó a entrenar en el único club de la ciudad y su amor por la entidad creció desmesuradamente. «Dejaría la vida por los colores de Deportivo Tuyango», expresa orgulloso.
Fue observado por Fabio Aranda el año pasado y más allá de que el DT cuenta en el plantel con un arquero de jerarquía como Dante Flor, le ha puesto muchas fichas para que el joven adquiera rodaje y continuidad en un puesto clave.
La derrota categórica de Tuyango en la primera fecha frente a Hernandarias no tuvo discusiones. Sin embargo Silvano tuvo una buena actuación y salvó a su equipo de una goleada mayor, deteniendo un penal ejecutado por Claudio Tabares. Siete días más tarde su equipo se repuso y le alcanzaron 12 minutos para golear de local a Unión Alcaraz por 3 a 0. El resultado tampoco parece dejar dudas; sin embargo sucedió algo muy particular en el desarrollo; la diferencia podría haber sido menor y el partido tomar otro rumbo porque el Celeste contó con dos penales a favor; pero nuevamente Monzón se hizo gigante y detuvo los disparos de Bebo Marín y Federico Rodríguez.
El joven de 26 años es ayudante de albañil, «con eso vivimos hoy; porque en Tuyango jugamos por la camiseta, como corresponde», afirma el portero. En temporada de verano es guardavidas en el balneario El Saucedal de su localidad. «Es una época del año donde se complica mucho entrenar, porque entro a trabajar a las dos de la tarde y salgo a las ocho de la noche, aunque siempre me las arreglo para ir en otro turno y poder cumplir», señala.
Más allá de su buen momento como portero que le toca atravesar, insiste: «No me considero buen atajador de penales. No entreno penales. Sólo físico y trabajo con pelota. Estoy convencido que es suerte, como ya le dije a las radios locales», remarca mientras sonríe. «Luego de parar el primer penal me tranquilicé y pude hacer un buen partido. La jerarquía de Marín que ejecutó el primero quizás lo hizo más importante», comenta con bajo perfil. «Todos los días entreno para aprender algo más. Le debo mucho a Dante Flor, el otro arquero de Primera división. Él tiene experiencia y jerarquía y me ha enseñado mucho. Para mí es muy importante tenerlo como compañero», expresa en el final de la nota uno de los mejores arqueros del presente, en la zona Norte.