Alexis Weisheim nació el 15 de enero de 1981 en Piedras Blancas, localidad ubicada en el departamento La Paz a unos 120km de Paraná. De pibe ya tenía cualidades con la pelota, un Gringo (tal el apodo recibido con el tiempo) con potencia y gol.
A los 12 años le diagnosticaron Diabetes mellitus, sin embargo esto no fue impedimento alguno para seguir con su pasión por el fútbol. Jugó en las inferiores de Deportivo Tuyango y antes de dar el salto a Primera, aún siendo parte del plantel Sub 15, tuvo suerte en Unión de Santa Fe. Llevó consigo el bolso lleno de goles, los que se cansó de celebrar en cada escenario que pisara en Paraná Campaña.
Con sacrificio y entusiasmo fue subiendo peldaños en las inferiores del Tatengue, incluso integró la Preselección Argentina en tiempos de José Pekerman. Con paciencia aguardó hasta que llegó la posibilidad de debutar en la máxima categoría. Fue en el Torneo Clausura 2000, en el triunfo del elenco santafesino 2-1 sobre Estudiantes de La Plata. El cotejo se jugó el 20 de marzo por la 6ª fecha y los goles fueron marcados por Waldir Sáenz y Daniel Tilger para Unión; Carlos Casartelli para el Pincha.
En el 2004, tras el descenso de Unión al Nacional B y fruto de sus buenas actuaciones, Alexis fue fichado por Hapoel Nazareth Illit de Israel y en ese mismo año pasó a Hapoel Kfar Saba, uno de los clubes más populares de aquel país.
Fue a partir de allí, en aquel país, donde la vida del delantero toma un giro espiritual profundo.
“Tuve un encuentro con el Señor Jesús, estaba trabajando en el fútbol en Israel y mi vida cambió totalmente. Gracias a Él, cambió mi vida, empecé a seguirlo y conocí la verdad”, cuenta.
“Seguí jugando al fútbol donde hay lindos momentos y uno piensa que lo tiene todo, pero no es así. Uno imagina que no se terminará nunca ese buen vivir, pero es una vanidad porque tarde o temprana tiene un punto final”, cuenta. “La gente no está pensando en la eternidad, es como en los tiempos de Noé. Uno debe obrar pensando en el día después, en Cristo que nos salvará”.
“El ambiente del fútbol es muy complicado. Algunos piensan que no, pero es así. Yo la pasé mal en su momento y a partir de que encontré a Cristo, mi vida cambió».
Hoy Weisheim está instalado en su Piedras Blancas natal, pertenece a la Iglesia Misión Cristiana Pentecostal, utiliza sus redes sociales para emitir el mensaje y también dispone de un espacio radial en el mismo pueblo y en la vecina Hernandarias. Cada sábado por la noche pueden verse sus “vivos” por su Facebook personal.
“El ambiente del fútbol es muy complicado. Algunos piensan que no, pero es así. Yo la pasé mal en su momento y a partir de que encontré a Cristo, mi vida cambió. Sé que existe una vida después de todo esto y en ello debemos pensar”, agrega.
Luego de varios años en el fútbol israelí, el delantero retornó a su país. Fue en el 2012 para integrar el plantel de Defensa y Justicia en el Nacional B, posteriormente pasó por Belgrano de Paraná y finalmente en Tuyango para concluir su carrera futbolística en el 2016. “En Israel estuve 8 años y comencé a poner en práctica la Palabra, a hablar con las personas, a transmitir mi mensaje. Jesús dirige mi vida desde aquel momento y continué mi carrera para terminar en mi país y en mi ciudad”, cuenta.
Nació futbolísticamente en Tuyango de Piedras Blancas. Allí se dio el gusto de despedirse jugando en el 2016.
Antes de desembarcar en la Misión Cristiana Pentecostal, el goleador vivió otra experiencia. “A veces las personas están en la Iglesia errada, Dios conoce el corazón y busca la verdad. Yo estuve mucho tiempo en la Iglesia Universal y la pasé realmente mal, muy mal. La Iglesia no salva, sino que te salva la relación que tiene con Jesús. Dios en su tiempo me sacó de ese lugar y me trajo a otra Iglesia”.
A la hora de referirse a estos tiempos que vivimos, donde mucha gente trata de reforzar su fe, cuenta: “La palabra de Dios ya lo había predicho. Él anuncia en su palabra que llegará el momento de un nuevo gobierno mundial, una globalización. Hoy nos enfrentamos al coronavirus que tiene como objetivo dirigir a las personas, manejarlas con el temor. Es el diablo que pretende dominarnos. Esto va a empeorar, lo dice la Biblia, el Señor Jesús ya viene, es el escenario que aparece antes de la venida del Señor, por eso debemos orar”.
“Uno ora y Dios nos habla al corazón. Oro cuatro horas, a veces cinco por día, porque nosotros tenemos un enemigo (que Jesucristo venció) y él no quiere que uno llegue a Jesús porque de esa manera las personas mueren en pecado. El diablo está luchando para llevarse las almas, pero Jesús manda los ciervos para transmitir su Palabra y a través de ellos las almas llegarán a Él. Al enemigo no lo vemos, pero te pone cosas en el camino para que uno no llegue a Jesús quien murió por nosotros”, concluye.
Pocos rastros quedan de aquel goleador, al menos en su contundente testimonio a través del cual manifiesta amor a Dios. De comandar los ataques en sus equipos, hoy trata de dirigir a quienes buscan encontrar a Cristo en esta vida y glorificar su alma cuando culmine su paso por este mundo. Estará en función de cada uno, de cada creyente, seguir el mensaje.