El Aurinegro aquella tarde ganaba 4 a 0. Fue una remontada épica del Tricolor, que quedará grabada por el resto de los tiempos en la memoria de todo Cañetón. Una historia digna de recordar.
Hay partidos de fútbol que quedan en la memoria de los protagonistas y testigos por circunstancias diversas. Una conquista gloriosa, el triunfo agónico sobre la hora, la vuelta olímpica en la cancha del clásico rival, el hacerse fuerte a pesar de algunas expulsiones, etcétera.
El atlas de este deporte nos entrega puñados de ejemplos y los archivos lo ratifican con apreciaciones insólitas o contundentes. Aquí, en particular, nos vamos a detener en un clásico memorable desde lo emotivo, dramático y pasional.
El 10 de junio del 2001, Seguí FBC y Cañadita Central se vieron los rostros en la casa del Aurinegro. Fue por la 13ª fecha de la Liga de Fútbol de Paraná Campaña. Un duelo inolvidable en el cual el local demostró una pesada artillería para ponerse 4-0 con apenas 21’ de juego; pero resurgiendo de sus cenizas la visita no quiso irse de allí sin un suvenir y lo dio vuelta. Un 5-4 histórico, a 20 años de una remontada verdaderamente épica.
EL DUELO: Seguí FBC fue una máquina destructora en el inicio del cotejo arbitrado por Marcelo López. Alejandro Alisegui estuvo intratable y marcó un gol tras otro a los 11’, 15’ y 19’ -penal-. Sergio Checho Gross no quiso ser menos y estampó el 4-0 a los 21’ -de penal-. Era un comienzo que superaba cualquier imaginación o sueño del más fanático de todos los aurinegros. Contundencia absoluta, dominio arrasador y un cielo gris oscuro del lado cañetón.
Pero a veces el viento cambia rotundamente de punto cardinal y lo que era brillo celestial se torna amenazante. A los 25’ en el propietario del campo, José Cipre vio por segunda vez la amarilla e inmediatamente llegó el primer grito de Cañadita por medio de Cristian Metz. Antes de tomar un poco de aire, Seguí sufrió el segundo tanto a los 28’ vía Augusto Metz con una maniobra personal brillante. Aquella demostración de poderío ofensivo puesta en escena por SFBC, de repente la comenzó a padecer en carne propia.
Antes de culminar la etapa, a los 43’, Jorge Faría de cabeza estableció el 3-4 y los estados de ánimo cambiaron del día a la noche. Se marcharon al descanso con una sensación contraria a la que se percibía apenas 25’ atrás.
Esa misma sensación continuó reinando en el segundo acto ya que tan solo a 2’ de iniciado, nuevamente Faría -de penal- mandó la pelota al fondo del arco y desató una previsible locura. Lo heroico estaba decretado. Un empate impensado se convertía en realidad. Pero no sería el último grito de la fresca tarde porque Norberto Cerrudo apareció con una última carta oculta bajo la manga y estampó el 5-4 a los 15’. Fue con un cabezazo tras el tiro de esquina de Augusto Metz. El lado visitante de la cancha se convirtió en un verdadero manicomio, un delirio absoluto.
A pesar del tiempo de juego por delante, la carga explosiva de ambos se terminó con los nueve goles que dieron a la historia del clásico un episodio único e irrepetible. La sonriente felicidad por un lado y la amarga desazón por el otro.
Ese Cañadita sería protagonista del certamen a tal punto que avanzó hasta semifinales donde quedó eliminado por Independiente FBC de Hernandarias, otro equipo poderoso que tropezó en la final contra el gigante de turno: Universitario. Pero eso es tema para otra charla, porque aquí recordamos un clásico vibrante que fue almacenado en la historia misma de Paraná Campaña para ser contado de generación en generación.
La síntesis del partido publicada en El Observador.
EL TESTIMONIO: Jorge Faría fue una de las figuras de aquella tarde y ante El Observador recordó: “En ese año estaba cerca de mi retiro y en ese partido Seguí FBC nos llegó cuatro veces y nos marcó. Hubo algo de nerviosismo al principio del cotejo y siempre traté de animar a mis compañeros para que no bajáramos los brazos, algunos estaban resignados porque nadie espera arrancar un clásico así y mucho menos darlo vuelta”.
Luego mencionó: “Ellos sufrieron la expulsión temprana de Cipre y Toffolini (el DT) no realizó ninguna variante, siguió el equipo como estaba, quizás eso fue un desacierto porque se le complicó. Empezamos a apretar, a jugar y tuvimos la suerte de estar finos para el arco. Ya cuando nos pusimos 3-4 estábamos convencido que lo ganábamos”.
Por último afirmó: “Nunca viví un clásico así, de ese nivel, fue un partidazo. Jugar de visitante, estar perdiendo 0-4 y darlo vuelta… realmente quedó en la historia”.
Por Mauricio Jacob