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16/08/2022

ANELEY GÜTTLEIN Y SU PRESENTE EN BOCA

Hace aproximadamente un año fue a la primera prueba, conociendo un mundo absolutamente extraño que le resultaba lejano a sus tiempos o pensares cotidianos. Estuvo una semana o dos y le pidieron que retornara al mes.

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ANELEY GÜTTLEIN Y SU PRESENTE EN BOCA
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ANELEY GÜTTLEIN Y SU PRESENTE EN BOCA

Hace aproximadamente un año fue a la primera prueba, conociendo un mundo absolutamente extraño que le resultaba lejano a sus tiempos o pensares cotidianos. Estuvo una semana o dos y le pidieron que retornara al mes. Fue el contacto inicial entre Aneley Güttlein y Boca Juniors. Volvieron a verse al tiempo, otra prueba positiva pero no podría jugar ya que el torneo estaba en marcha por lo que se despidieron y prometieron reencontrarse a los pocos meses.

Llegó el 2022 y en febrero el camino volvió a unir a la joven crespense y al mundo Xeneize. Pero ahora más unidos y recorriendo juntos el día a día. Con apenas 16 años (nació el 6 de marzo de 2006), la defensora surgida de Unión va paso a paso sumando minutos en la Reserva y acostumbrándose al cambio rotundo de vivir en su barrio al habitar la gran ciudad.

“Estoy viviendo a media cuadra de la Bombonera y a unas tres de donde entreno. Estuve una semana al borde de volverme porque no conseguía lugar, después me encontré con una chica que estaba entrenando con una camiseta de San Benito, las casualidades de la vida je, le hablé y me dijo que estaban buscando una chica para completar donde estaban viviendo. Éramos cuatro en total, hablé con ellas y nos fuimos a vivir juntas. Ella es de Concordia, la que jugaba en San Benito, otra chica de Río Negro que se volvió y otra de Bahía Blanca. Todas jugando en Boca”, le cuenta a El Observador sobre aquellos primeros tiempos inmersa en la osadía de ganarse primero un lugar fuera de la cancha para después ilusionarse con estar en ese grupo de elegidas futbolistas.

Otro desafío no menor fue la adaptación a ese ritmo urbano, distinto y lejos de sus pares con tan solo 16 años. “En lo personal no me costó tanto por el hecho que vivía con tres chicas más y hacíamos todo juntas, íbamos para todos lados juntas, nos contuvimos mucho entre nosotras. Además contamos con el cariño de Eli, es la utilera de la Reserva y es un amor de persona, es como nuestra ‘madre adoptiva’ y su afecto nos ayudó mucho, sobre todo para con las chicas que llegamos del interior, siempre está para lo que necesitemos”, explica.

Con la seguridad de saber dónde hospedarse, se focalizó en el esférico y tras unos meses de entrenamiento, pudo debutar: “Teníamos la incertidumbre de quién iba a jugar porque todas queremos estar. En el primer partido de Reserva me tocó ser titular y fue grandioso, pero tuve una lesión que me marginó por un mes. Volví justo para el clásico ante River donde pude ingresar en el segundo tiempo porque todavía no estaba para 90 minutos”, recuerda.

En el Xeneize también ocupa el puesto de primera defensora central y naturalmente ha evolucionado como tal. “Una va creciendo en diversos aspectos, noto eso en el hecho de salir jugando desde el fondo, tenerse confianza y entender si voy a jugar con el interno es para que pase esto, si voy por otro sector es para que suceda otra cosa. Tener tranquilidad y ser más pensante. Además de ser más agresiva a la hora de la marca, en lo físico se vio un cambio rotundo tanto en la resistencia como en ganar masa muscular, personalmente me siento más fuerte”, resalta.

LA FAMILIA: Han pasado apenas seis meses de un sueño no sencillo de transitar. Hace algunos días estuvo por su Crespo aprovechando el receso del torneo, una excusa perfecta para estar bien cerca de sus afectos más sinceros. Los mismos que también viajaron de sorpresa para verla jugar. “En un partido como local ante Comunicaciones cayeron a verme sin avisar, fue una alegría inmensa. Con las chicas fuimos a desayunar y después nos cruzamos al club para el partido y estaban debajo de la tribuna, me dio mucha felicidad porque nunca me habían visto jugar. Ellos son muy importantes en todo esto, sin su respaldo sería imposible y siempre están pendientes de los partidos y del día a día, me apoyan mucho en todo”, enfatiza Aneley.

Pero no todo es fútbol en este momento de adolescente. Hay otras obligaciones que cumplir como lo es el estudio. “Por la tarde voy a la escuela ya que entrenamos de mañana. Desde el club nos ayudaron a conseguir un lugar y estoy cursando 4º Año porque en Buenos Aires la Primaria es hasta 7º grado, de modo que me encuentro en el penúltimo año. Por el momento me va bien”, aclara.

Estar cerca de la mítica Bombonera la hace respirar fútbol Xeneize diariamente, los entrenamientos y su vida deportiva la mantienen casi sin querer queriendo cerca del equipo de Primera que hoy dirige Hugo Ibarra, pero por ahora la timidez le gana a la intención de sacarse fotos con esas figuras. “Fui a ver partidos y hay veces que entrenan al lado nuestro, sobre todo suele suceder en los días anteriores a un partido, pero no he pedido fotos y esas cosas”. Aneley Güttlein vive el mundo Boca desde el lugar que le toca, siendo parte del equipo de Reserva y esperando dar el siguiente paso en un camino ascendente.

“Mi objetivo es afianzarme en Reserva, porque sé que no tengo edad para subir y jugar en Primera. Entonces mi idea es consolidarme en el equipo, ser titular y más adelante demostrar que estoy para llegar a la Primera de Boca”, tira a modo de cierre, dejando allí con puntos suspensivos el sueño que persigue con el aliento de su hinchada más fiel: la familia.

Por Mauricio Jacob – El Observador

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